Me empece a dar cuenta cuando el día a día era diferente sin ti, cuando sonreía sin querer al recordarte.
Cuando me desilusionaba por tonterías, o hacia de pequeños gestos grandes historias.
Porque aunque creía que estaba arriesgando, a la mínima falta de oportunidad me alejaba, hasta que me di cuenta de que si yo no arriesgaba, nadie lo haría por mi.
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